Más de 30 años llevando nuestra marca por todo el mundo

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Que nuestros productos se puedan encontrar hoy en todo el mundo es el resultado del trabajo de un gran equipo. Una labor compartida que empieza siempre en el mar y que termina en el cliente. Todas las partes que hacen posible este proceso son complementarias y no se pueden entender de forma independiente. Uno de estos eslabones básicos, ya en la parte final, es el transporte. Ellos se encargan de que lleguemos a destino de forma adecuada y a tiempo.

Esta tarea, como el resto, tiene nombres propios. Ginés Hernández, Paco Rojo, Lorenzo Moreno y Luis Vicente son algunos de ellos. Recientemente jubilados o a punto de hacerlo, representan a la perfección la esencia de lo que somos como compañía. Constancia, amor por lo que hacen, implicación o compañerismo son algunos de los valores que les mantienen unidos. De hecho, semana a semana comparten mesa y mantel para hablar de presente, pasado y futuro.

“Claro que lo echas de menos, es lo que he hecho toda mi vida”, explica Ginés Hernández. Él fue el primero. Se incorporó a Ricardo Fuentes en el año 1994. Después de una breve experiencia como albañil –“un día, trabajando, cayó una guindola y casi me aplasta; ahí decidí que eso no era lo mío”-, su vida profesional ha estado siempre relacionada con los camiones.

“La realidad de la empresa entonces no tenía nada que ver con la de ahora. Éramos 14 o 15 trabajadores”, recuerda. “Esos primeros años, todos hacíamos de todo”, añade Paco Rojo, que se sumó al equipo solo un año después. “Éramos transportistas. De hecho, yo siempre lo he sido. Me saqué el carnet en cuanto pude, con 21 años. Pero todos nos ayudábamos, así que lo mismo cortabas pescado que limpiabas la mojama”, destaca.

Ellos dos no han hecho el cálculo de los kilómetros que han recorrido ni de los viajes realizados. Pero a una media de 2-3 a la semana durante más de dos décadas, la cifra supera seguro los 3.000 desplazamientos. Tampoco lo ha hecho Luis Vicente, que se incorporó en 2008 tras muchos años en Salamanca como conductor de autobús. La cuenta sí la lleva, en cambio, Lorenzo Moreno, que se jubiló tras 20 años de trayectoria en el grupo: “Salen más de 9 millones de kilómetros”, afirma.

Primero fue Madrid el destino principal. En concreto, el aeropuerto. “Entonces todo el pescado se iba fuera, a Japón y a Estados Unidos principalmente”, señala Paco. “Recogíamos por todo el Mediterráneo. Desde Barcelona hasta Cádiz. Allí donde teníamos el pescado, íbamos. Preparábamos el camión con hielo, recogíamos, volvíamos al Secadero Viejo para prepararlo y y, con todo preparado, lo llevábamos hasta el avión. Cualquier día y a cualquier hora”, indica Ginés.

Después se incorporaron otros lugares. Uno más cerca de casa, como San Javier, otros todavía más lejos. Croacia, Francia, Grecia, Malta o Italia, especialmente a Milán y Sicilia, han sido rutas muy repetidas. Para recoger el pescado o para llevarle alimento cuando las provisiones locales se agotaban.

Incluso, al norte de Escocia para comprar caballa. “En uno de estos viajes, recuerdo que al llegar vimos pingüinos”, sonríe Lorenzo, que como el resto recuerda el nombre de las ciudades que tantas veces han visitado o las matrículas. “Incluso el de los barcos en Italia”, añade. De ese país, Luis recuerda los grandes cargueros a los que se subían los camiones: “En el barco de Génova a Sicilia íbamos 260 tráileres y 1.000 turismos”.

Eran viajes de carreteras nacionales –“para ir a Madrid pasábamos por el centro de todos los pueblos”, remarca Lorenzo- y, en ocasiones, marcados por las circunstancias: “Más de una vez hemos tenido que cambiar un viaje a Barajas por París, porque había huelga y no salían aviones. Y el producto tenía que llegar”. Tampoco existía el tacógrafo digital,  ahora habitual, “apuntábamos en una libreta”, rememora Paco.

Su profesión y dedicación les dejaba poco tiempo para estar con la familia y, a cambio, “haces amistad con mucha gente en los viajes”, afirma Luis, “gente con la que comes o que coincides cuando paras a dormir. Ahora todo eso se ha perdido, ya no ocurre así”.

Las anécdotas son innumerables. Entre ellas, destaca una Nochebuena en la que la lluvia jugó una mala pasada en el Puerto de la Cadena en un viaje hacia Valencia que, afortunadamente, quedó en un susto.

Más de 30 años de historia, de compromiso y de esfuerzo. Más de 30 años llevando nuestros productos por todo el mundo.

 

 

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